DOS DE DICIEMBRE:
Trágica fecha para mi pueblo, Manatí, Cuba, al cual nunca olvido y el que tanto me duele a pesar del tiempo y la distancia.No es mi propósito entristecer a nadie con estas remembranzas , pero nunca he podido sustraerme a estos recuerdos por lo mucho que me impactaron. Quizás fueron mis pocos años, o el no haber visto nunca antes tan de cerca la muerte de tantas gentes conocidas, algunos muy allegados. O la presencia de aquel inmenso dolor que hasta podía respirarse en el aire mezclado con humo y fuego que provocaba la tremenda destrucción de tantas cosas que habían conformado el paisaje y la cotidianidad de mi pequeño pueblo.Y eso que no podríamos ni imaginar que esto era como el fatal presagio de lo que sobrevendría luego en total destrucción y permanente miseria. No olvido el miedo y la indecisión de los mayores sobre la mejor forma de protegernos. Al fin la acertada decisión de quedarnos en casa y encomendarnos a Dios, lo cual fue lo más conveniente, de lo contrario hoy contaríamos entre los muchos muertos.Luego del bombardeo sólo se oían los nombre de los que habían perdido sus vidas, todos conocidos , todos cercanos. Y de nuevo la avioneta que sobrevolaba ametrallando. Mi padre arrastró dentro de la casa a un hombre que gritaba con desesperado dolor que a su hermana sólo la había reconocido por los zapatos, creo que era de los Méndez Mendoza. Esta es una imagen que nunca he podido borrar. Mi pequeño amigo Ricardo Peña Mecías perdió a sus padres, y a él y a su hermano nunca mas los volví a ver. Una familia cercana se los llevó de Manatí.Ese año tuvimos unas Navidades muy tristes en un pueblo enlutado y muy adolorido. Nunca mas volvió a tener mi pueblo unas Navidades en unidad fraternal, en buena vecindad, con la esperanza en el devenir de un año de prosperidad, con la felicidad de una familia en unión, sin lejanías ni separaciones.En estas Navidades sólo le pido al Niño Dios que perdone nuestros errores, los que nos trajeron a este infeliz destino y estos trágicos resultados, y que nos devuelva un Manatí como el que tuvimos, con esperanzas en un mejor futuro, en Santa Paz de Dios, y en Unidad de todos sus pobladores. Un Manatí como aquel que le gustaba recordar a nuestro querido e inolvidable Barbarito Diez, diciendo: " En Manatí todos éramos una gran familia ".Dios permita sea este un gran regalo de Navidad. !! Así se lo imploro con todo mi corazón..!!.
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